La fuente de los leones. Una nueva hipótesis

6/22/202428 min read

La fuente de los leones de la Alhambra. Una nueva hipótesis.

Introducción

La fuente y el patio de los leones son, sin duda, la imagen más reconocible de la Alhambra, a su vez una de las cumbres artística, arquitectónica y paisajística del legado islámico universal.

Este artículo explora desde la perspectiva iconológica la Fuente de los Leones de la Alhambra, analizando las interpretaciones históricas y culturales que envuelven esta obra maestra, intentando descifrar significados que trascienden su inmediata presencia estética, desde referencias religiosas y astrológicas hasta connotaciones de poder y legitimidad dinástica.

El patio entero, llamado el jardín feliz, sigue el modelo del jardín de crucero persa, y sería una recreación metafórica del Paraíso coránico, descrito como “un jardín celestial que es un espacio cercado del tamaño de la tierra y el cielo juntos (3,133 y 57,21); un lugar umbrío poblado de árboles frutales y variadas especies vegetales que proporcionarán alimentos inagotables, con abundancia de agua en forma de ríos o arroyos que fluyen, o fuentes que manan perpetuamente, tan solo en un pasaje (sura 47,16-17), el Corán define con precisión la naturaleza de los ríos que lo recorren, aunque no su número, indicando que serán de agua, leche, vino y miel. También especifica que las fuentes estarán aromatizadas con alcanfor o jengibre, y que a los bienaventurados les aguardan selectos goces permanentes vinculados con la pompa regia, como el disfrute de excelentes moradas en forma de pabellones (suras 58,12; 13,24 y 19,73).” (Silva, 2011)

Los trabajos arqueológicos durante la restauración de la fuente descartaron la presencia de un jardín, demostrando además la preparación del subsuelo para acoger losas encima (Villafranca/Lamolda 2012), si unimos a esto que las descripciones más antiguas de este espacio lo describen enlosado de mármol con algunos alcorques con naranjos, todo invita a pensar en un jardín “minimalista”, más bien metafórico, figurado, basado principalmente en el agua y los atauriques murales.

Vamos a analizar las teorías sugeridas para interpretar el significado de la fuente que no tienen por qué ser completamente excluyentes, como reseña Puerta Vilches de U. Eco en su Códigos de utopía de la Alhambra: “Un solo significante transmite contenidos diferentes y relacionados entre sí, lo que se llama mensaje suele ser un texto cuyo contenido es un discurso a varios niveles…”. (Puerta Vílchez 1990). El león es un icono presente en todas las culturas, portador de valores como el poder, la fuerza, el valor, la realeza o la dignidad, además de defensor de un espacio sagrado o áulico. Ahora el porqué de los 12 leones alhambreños, siempre ha intrigado a profanos y especialistas en busca de una explicación de su simbolismo

1- ¿Por qué hay doce horas y doce meses y doce signos del zodiaco?

¿Fue esta fuente una clepsidra y su significado está relacionado con los ciclos espaciotemporales del mundo antiguo?

El número 12 esta inexorablemente unido a las primeras culturas mesopotámicas, sumeria y babilónica, que dejaron legado sobre sus sistemas de numeración y observaciones astronómicas, posible origen posterior de mitos religiosos transmutados con el tiempo.

Su sistema de numeración sexagesimal, de base 60, pudo originarse por el sistema de conteo usando las manos, con el pulgar de una mano marcando las otras 12 falanges de la misma mano, y la otra mano acumulando bloques de 12, daría 12x5=60 dígitos.

Además, más importante para nuestros propósitos, las primitivas observaciones celestes de estos pueblos, les permitieron medir y deducir que había pequeños cambios en la posición de las agrupaciones estelares día a día. Estos cambios tienen su origen en que cada rotación terráquea se acompaña de una traslación en la órbita terrestre, por lo que sólo cada 365 días se obtiene una imagen idéntica de la cúpula celeste. Este número se aproxima a 360 múltiplo de 60, base de su sistema de numeración, de aquí debió de surgir la división de la circunferencia en 360 partes o grados. En esta cultura surgió igualmente el horóscopo zodiacal de 12 zonas de 30 grados que el sol recorre anualmente, y la división del tiempo en horas de 60 minutos, 60 segundos, así como la medida de los ángulos en grados, minutos y segundos.

Para la medición antigua del tiempo, el Sol y la Luna eran los referentes, y resulta que en un año solar la Luna gira unas 12 veces alrededor de la Tierra, el ciclo lunar, también conocido como un mes lunar, dura aproximadamente 29.5 días. Este período representa el tiempo que tarda la Luna en completar una órbita alrededor de la Tierra y pasar por todas sus fases, desde luna nueva hasta luna nueva. Debido a esta duración, los meses lunares no coinciden perfectamente con los 365 días del año solar, sólo se da sincronía entre el año solar y los ciclos lunares cada 19 años. El número 12, pues, simboliza así el universo en su desarrollo cíclico espaciotemporal, y el mundo antiguo estableció la división de la bóveda celeste en 12 sectores, “los doce signos del Zodíaco”, que son agrupaciones de estrellas con formas imaginadas que sirven de fondo a la eclíptica o banda por la que se mueve el astro rey cada año.

Desde una época tan antigua como la sumeria, también se definieron las cosmogonías y mitologías celestes, que luego serían una y otra vez trasmutadas. La primera impresión del humano curioso que alza su vista al cielo es que nosotros, la tierra, se haya en el centro del universo, y las estrellas distantes giran en círculos alrededor de una estrella (la polar en el hemisferio norte). El sol, la luna, y cinco astros errantes visibles a simple vista, los llamados planetas, no siguen a este inmenso coro de estrellas en su nocturno girar, los planetas exhiben movimientos retrógrados, y esto había de explicarse. Por eso se crearon modelos de 7 esferas concéntricas, cielos o niveles, tras los que se situaba la octava esfera de las estrellas fijas, en las religiones monoteístas la morada divina, y simétricamente se añadieron 7 niveles del inframundo, surgieron así también las mitologías de viajes de enviados que cruzaban y describían los niveles tanto en la tradición judía, cristiana, zoroastrista, hinduista o islámica posteriores. La simbología de los 7 cielos también inscrita en las bóvedas alhambreñas, esa originada en los 7 astros errantes que no siguen al resto de la bóveda celeste en su perpetuo girar, no es objeto de este estudio, pero indicar que serían tanto una realidad física como una metáfora espiritual que en el sufismo simbolizarían etapas o estados espirituales en el viaje del alma hacia su reunión con lo Divino.

Por todo esto, tenemos líneas que interpretan la fuente de los doce leones en relación con la medición del tiempo y la orientación espacial, o la astrología y la cosmología del mundo antiguo y de la cultura islámica, podríamos catalogar estas interpretaciones como de inspiración astrológica, esotérica o hermética, sugiriendo siempre conceptos profundos sobre el orden cósmico y espiritual... Autores destacados en esta línea serían A. Alcalá Malavé o A. Enrique, reseñados en la bibliografía.

No se ha encontrado ningún mecanismo ni documento para justificar la teoría de que la fuente fuera una clepsidra o reloj de agua donde los 12 leones indicaran las horas del día. Esto obviamente no excluye tal posibilidad, pero no parece probable que el poema en su taza no hiciera alguna referencia a ello…

Sabemos que la astrología, inseparable entonces de lo que hoy llamaríamos astronomía, ha jugado un papel históricamente significativo en la cultura y ciencia islámicas, siendo empleada tanto para fines prácticos (como la navegación y la agricultura) como espirituales, los doce leones podrían ser interpretados como una representación de los doce signos del zodíaco, cada uno simbolizando una constelación que gobierna determinados aspectos de la vida y el destino humano.

Además, la disposición de los leones y el flujo de agua desde la fuente central podrían, incluso, simbolizar la influencia celestial sobre la tierra y sus habitantes, reflejando la creencia en un universo ordenado y armonioso donde cada elemento tiene su lugar predeterminado bajo la voluntad divina. Si en la cosmología islámica, el universo es visto como una creación ordenada y finamente equilibrada por Allah, donde la armonía entre los componentes físicos y espirituales es fundamental, los doce leones pueden ser también vistos como guardianes de este orden, simbolizando los pilares sobre los cuales se sostiene el equilibrio cósmico, estaríamos ante la Fons vitae del neoplatonismo medieval donde el fluir del agua representaría el paso de la primera esencia a las sustancias dimanadas.

Bajo esta perspectiva, los Doce Leones de la Alhambra constituirían un interesante punto de encuentro entre el arte, la ciencia y la espiritualidad islámica, se revelaría una capa de significado que va más allá de su belleza estética, ofreciendo una visión del mundo en la que la armonía cósmica, el orden divino y la búsqueda espiritual están intrínsecamente entrelazados.

2- ¿Las doce tribus de Israel en la Alhambra?

Autores como Charles Depuis o Tom Harbur han querido ver en las primitivas religiones astronómicas adoradoras del Dios Sol el origen de mitos mutados y adaptados a las nuevas religiones. Ni más ni menos que uno de los padres fundadores de los EEUU, Thomas Paine, deísta convencido sin adscribirse a ninguna religión, fue también difusor de la idea de las religiones establecidas como mitos transmutados, afirmando que “La religión cristiana es una parodia de la adoración del sol, en la cual se puso a un hombre al que llamaron Cristo en el lugar del sol, y le ofrecieron la adoración que originalmente se ofrecía al sol” (Paine, edición 1908). Obviamente, esta línea de pensamiento sería extensible a la tradición islámica heredera de la judeocristiana, para explicar la relevancia del número 12, el de las constelaciones que acompañan de fondo al trayecto del primitivo Dios Sol, como origen de la idea de los 12 acompañantes o sostenes del Uno en distintas tradiciones posteriores relacionadas (12 tribus, apóstoles o ayudantes según el caso…).

Aún sin tener que creer, ni dejar de hacerlo, en esta idea, sí que hay interpretaciones de la fuente que buscan estos referentes, más cercanos, para explicar el simbolismo de los 12 leones.

Durante mucho tiempo, se ha querido ver la fuente como aquella mencionada en el poema hebreo de Ibn Gabirol que describe la casa granadina de Ibn Nagrella, Nagid de la comunidad judía y visir de los reyes ziríes en el siglo XI, que acabaría de alguna manera siglos después en este patio con un nuevo poema esculpido en su blanco mármol (Bargebuhr, 1956). En este contexto la fuente, a imagen de la de los 12 bueyes en el templo de Salomón, tendría relación simbólica con las 12 tribus que prestan soporte al poder real, sosteniendo el Mar de Bronce. Este es el poema:

Hay un copioso estanque que semeja

al mar de Salomón,

pero que no descansa sobre toros;

tal es el ademán de los leones,

que están sobre el brocal, cual si estuvieran

rugiendo los cachorros por la presa;

y como manantiales derraman sus entrañas

vertiendo por sus bocas caudales como ríos.

Y junto a los canales, hincados, corzas huecas

para que el agua sea trasvasada

y rociar con ella en los parterres

las plantas y asperjar los juncos de aguas puras

y el huerto de los mirtos con ellas abrevarlo;

y siendo como nubes, salpican un ramaje

fragante, con aromas de esencias, cual si fuera

de mirras incensado.

El hecho de que Salomón sea también el gran profeta constructor de la tradición islámica, y que a la entrada de la llamada Sala de las dos Hermanas se diga en el poema

“Es un palacio de cristal, que quien lo ve cree que es un temible mar que le espanta”, que, como indica Puerta Vílchez ,es “una alusión al pasaje coránico en que se menciona la estratagema de Salomón para averiguar si las piernas de Bilqis, reina de Saba, eran velludas o tenía patas de cabra (es decir, si ocultaba un alma diabólica ), por lo que la hizo entrar en un palacio pavimentado de cristal que Bilqis creyó, al verlo, un proceloso mar e hizo acto de contrición (orden matriarcal preislámico), sometiéndose a Salomón, al nuevo orden de la Revelación (patriarcal)” (Puerta Vilchez 2010), añade motivos a pensar en el Templo Salomónico como inspiración mítica y lejana de este palacio.

Sin embargo, el arduo proceso de restauración reciente de la fuente, y los estudios preliminares para ello, parecen desmentir la teoría de que la fuente sea la de Nagrella, fechándola los especialistas en el mismo siglo XIV de la construcción del Palacio de los Leones. Estudios mineralógicos (Galán, E., Martín, A. y otros. 1989) demuestran que la taza y leones se extrajeron a la par que las columnas de las mismas vetas de la cantera de Macael, lo que, aparentemente, invalidaría la otra opción, que sea la fuente de la casa de Nagrella, no así la posible inspiración mítica mencionada.

3- El 12 en el contexto islámico y nazarí

Es, sin embargo, el poema inscrito en la taza de la fuente quien nos da las pistas definitivas, a mi entender, para la correcta interpretación del simbolismo más plausible asociado a los 12 leones. Tenemos una referencia cercana, inmediata, que hace innecesario apelar a interpretaciones más rebuscadas, aunque, como se dijo, nunca se deba descartar la existencia de distintos niveles interpretativos que, además, sabemos pueden estar relacionados.

Si analizamos el poema de la fuente, que aquí reproducimos:

Bendito sea Aquél que otorgó al imán Mohamed
las bellas ideas para engalanar sus mansiones.
Pues, ¿acaso no hay en este jardín maravillas
que Dios ha hecho incomparables en su hermosura,
y una escultura de perlas de transparente claridad,
cuyos bordes se decoran con orla de aljófar?
Plata fundida corre entre las perlas,
a las que semeja belleza alba y pura.
En apariencia, agua y mármol parecen confundirse,
sin que sepamos cuál de ambos se desliza.
¿No ves cómo el agua se derrama en la taza,
pero sus caños la esconden enseguida?
Es un amante cuyos párpados rebosan de lágrimas,
lágrimas que esconde por miedo a un delator.
¿No es, en realidad, cual blanca nube
que vierte en los leones sus acequias
y parece la mano del califa, que, de mañana,
prodiga a
los leones de la guerra sus favores?
Quien contempla los leones en actitud amenazante,
(sabe que) sólo el respeto (al Emir) contiene su enojo.
¡Oh descendiente de los Ansares, y no por línea indirecta,
herencia de nobleza, que a los fatuos desestima:
Que la paz de Dios sea contigo y pervivas incólume
renovando tus festines y afligiendo a tus enemigos!.

Tenemos una clarísima referencia a los Ansar, y sabemos que los Banu Nasr constructores de la Alhambra, iniciaron un proceso de legitimación dinástico que describe con precisión Barbara Boloix en su trabajo reseñado en la bibliografía. Y nadie más interesado que Muhamad V, constructor de este palacio, en legitimarse y hacer ostentación de su supuesto linaje tras recuperar su trono en luchas internas habituales en el reino nazarí.

“Las fuentes árabes, especialmente aquellas compuestas por el visir nazarí al-Khatib (d. 1374), en el siglo XIV, conectan el linaje de los Banu Nasr con Sa´d b. Ubada (d. 635), un importante miembro de la tribu Khazraj y uno de los más destacados Ansar (ayudantes, defensores) medineses del profeta Mahoma.” Boloix-Gallardo, B. (2014).

Varios autores ya han visto esa obvia relación legitimadora, buscando una significación relacionada en la fuente “Todo ello nos lleva a interpretar el simbolismo de la fuente como la imagen enfática del poder del sultán Muhamad V, legitimado por el linaje de los Ansares…” (Villafranca Jiménez, A., & Bermúdez López, J. 2012), pero estos autores fallan, en mi opinión, al buscar conexión con el número de los 12 leones. En su pormenorizado artículo sobre la iconografía e iconología de la fuente, intentan buscar una conexión con el 12 a través de los Imanes Chiíes y del primero de los Almohades, que pudo ser para sus seguidores… el último chií. Mencionan de partida para este razonamiento, el reconocimiento coránico a aquellos ayudantes (Ansar), en torno a mil, que acogieron al profeta, y como a la muerte de este y tras los califas Rasidun surge el cisma chií partidario de la legitimización directa sucesoria del Islam personalizada en Ali y Fátima, son los duodecimanos, que se consideraron legítimos receptores del mensaje de Dios y que constituyeron un registro de 12 Imanes (¡sí, otra vez el 12!!). Continúan explicando como el duodécimo imán, al-Mahdi, según la tradición Chií no murió y estaría oculto, un día aparecería para retomar la verdadera predicación del Profeta, y como el fundador de la dinastía Almohade, Ibn Tumart, conoció en peregrinación este movimiento duodecimano y se hizo imán, siendo proclamado por sus seguidores como el Mahdi que estaba por venir. Los nazaríes, que surgieron como vasallos de los Almohades, se consideraron sucesores espirituales de esta dinastía, relacionada, como tantos reyes, con la imagen del león garante del poder y, además, con el número 12… Me resulta una conexión rebuscada existiendo una mucho más sencilla e inmediata, que, buceando un poco en la tradición islámica referida a los Ansar, se hace evidente...

Podemos preguntarnos, pues, ¿Quiénes fueron los Ansar, que dice la tradición islámica sobre ellos?

Para contestar esta pregunta, nos basaremos en una de las primeras biografías del profeta Mahoma, obra de Ibn Isḥāq (sin abreviar Muḥammad ibn Isḥāq ibn Yasār ibn Khiyār; en árabe: ابن إسحاق‎, que significa «hijo de Isaac»; Medina, Arabia, 704-Bagdad, Irak, 767), resumiendo lo que nos cuenta Wikipedia…

“Como sus tíos y su padre, despuntó como trasmisor de akhbar y hadices.

Su padre y dos tíos recopilaron y difundieron información acerca de Mahoma en Medina, volviéndose rápidamente Ibn Isḥāq toda una autoridad de las obras (maghāzī) que tratan sobre las campañas militares del profeta.

Ibn Isḥāq estudió en Alejandría y posteriormente se trasladó a Irak, donde conoció a muchas personas que le proporcionaron información para su biografía, la cual se convirtió en la más popular crónica sobre Mahoma en el mundo musulmán, pero que sobrevivió sólo como una recensión de Ibn Hishām.

Tras abandonar Medina se instaló en Bagdad, la nueva capital recién fundada por la dinastía abasí que acababa de derrocar a la omeya. Se convirtió en tutor y empleado del califa Al-Mansur, quien le encargó que escribiera un libro de historia que abarcara desde Adán hasta su época, conocido como al-Mubtada wa al-Ba'th wa al-Maghazi (En el principio, la misión [de Mahoma] y las expediciones), que fue guardado en la biblioteca de la corte de Bagdad. Parte de este trabajo contiene la Sira o biografía del profeta , سيرة رسول الل [Sira rasul allah], el resto se perdió y solo sobreviven algunos fragmentos. “

Si transcribimos literalmente un par de capítulos de este importante libro de la tradición islámica, en la traducción al español y edición de Abdur-Razzaq Pérez Fernández, podremos entender fácilmente las referencias al número 12 que son el núcleo de este análisis. Hablando del inicio del Islam entre los Ansar, del primer juramento de Aqabah, ya hay una primera (aún débil…) referencia a los 12, Ibn Ubada entre ellos:

“”EL COMIENZO DEL ISLAM ENTRE LOS AYUDANTES (AL-ANSÁR) Cuando Allâh quiso manifestar abiertamente Su religión y honrar a Su Profeta y cumplir Su promesa a él, en una de las ferias se le presentó la ocasión de reunirse con un grupo de Ayudantes; y mientras estaba ofreciéndose a las tribus como solía se encontró en al-Aqaba con un grupo de los Jazray a quien Él quiso beneficiar. Asim ibn Umar ibn Qatāda me contó, tomado de algunos de los Seijs de su tribu, que ellos dijeron que cuando el Profeta se reunió con ellos supo al preguntarles que eran de Jazray y aliados de los judíos. Les invitó a sentarse con él, les expuso el Islam y les recitó el Corán. Allâh había preparado el camino al Islam por cuanto que vivían como vecinos de los judíos, que eran gente de las escrituras y el conocimiento, mientras que ellos eran politeístas e idólatras. A menudo habían hecho incursiones en el distrito de esos y siempre que se encendían los ánimos, los judíos les decían: “Pronto será enviado un profeta. Su tiempo está al caer. Nosotros le seguiremos y os mataremos con su ayuda como fueron exterminados “Ád e Iram. Así pues, cuando oyeron el mensaje del Profeta, se dijeron unos a otros: “Éste es el profeta del que nos advirtieron los judíos. ¡No dejéis que lleguen a él antes que nosotros!' Entonces aceptaron sus enseñanzas y se hicieron musulmanes, diciendo: “Hemos dejado a nuestra gente, pues no existe tribu más dividida por el odio y el rencor que ellos. Puede que Allâh los una por medio de ti. Así que deja que volvamos a ellos y les invitemos a esta religión tuya; y si Allâh los une en ella, no habrá hombre más poderoso que tú. Dicho esto, regresaron a Medina como Creyentes. Esos hombres de Jazray eran seis según me han dicho. De Banü al-Nayyār, ed., Taym Allâh del clan de Banü Mälik (...); As ad ibn Zurāra," conocido como Abü Umâma; y Auf ibn al-Härit ibn Rifäa ibn Sawād ibn Mälik ...), conocido como Ibn Afrā'. De Banü Zurayq ibn Ámir (...): Räfi ibn Mälik ibn al-Aylan ibn 'Amr ibn Amir ibn Zurayq. De Banü Salima ibn Sad del clan de Banü Sawād ibn Ganm ibn Kab ibn Salima: Qutba ibn 'Amir ibn Hadida ibn 'Amr ibn Ganm ibn Sawād. De Banü Harām ibn Kab ibn Ganm ibn Kab ibn Salima: “Uqba ibn 'Ámir ibn NābI ibn Zayd ibn Harām. De Banü Ubayd ibn Adíy ibn Ganm ibn Kab ibn Salima: Yäbir ibn 'Abdullâh ibn Riāb ibn al-Numān ibn Sinān ibn Ubayd. Cuando regresaron a Medina hablaron a su gente del Profeta y les invitaron al Islam hasta que llegó a ser tan conocido entre ellos que no había ninguna casa que perteneciera a los Ayudantes en la que el Islam y el Profeta no hubieran sido mencionados.

EL PRIMER JURAMENTO DE AL-AQABA Y LA MISIÓN DE MUSAB Al año siguiente doce Ayudantes acudieron a la feria y se reunieron en al Aqaba —este fue el primer Aqaba— donde ofrecieron al Profeta “el juramento de las mujeres” Esto fue antes de que se les impusiera la obligación de combatir. Estos hombres eran: De Banü al-Nayyār: Asad ibn Zurāra; Auf ibn al-Härit y su hermano Muād, hijos ambos de Afrā. De Banü Zurayq ibn Ámir: Räfi ibn Mälik y Dakwän ibn 'Abdu Qays ibn Jalada ibn Mujlid ibn 'Ámir ibn Zurayq. De Banü Auf, del clan de Banü Ganm ibn Auf ibn 'Amr ibn 'Auf, que eran los Qawäqil: “Ubāda ibn al-Sämit; y Abü Abdu'l-Rahmán, que era Yazid ibn Talaba ibn Jazma ibn ASram ibn 'Amr ibn 'Ammâra de los Banü Gusayna de Baliy, un cliente suyo.” De Banü Sãlim ibn 'Auf ibn 'Amr ibn al-Jazray, del clan de Banü al-Aylän ibn Zayd ibn Ganm ibn Sãlim: al-Abbās ibn Ubāda ibn Nadala ibn Mälik ibn al-Aylän. De Banü Salima: “Uqba ibn 'Amir. De Banü Sawād: Qutba ibn 'Amir ibn Hadida. Los Aus estaban representados por Abu l-Haytam ibn al-Tayyihân, cuyo nombre era Mälik, del clan de Banü Abdu'l-AShal ibn YuSam ibn al-Häritibn al-Jazray ibn 'Amr ibn Mälik ibn al AuS. De Banü Amr ibn 'Aufibn Mälik ibn al-Aus: “Uwaym ibn Sãida. Yazid ibn Abü Habib me contó, de Abü Martad ibn Abdullâh al-Yazani, de Abdu'l-Rahmän ibn Usayla al-Sannây, de Ubada ibn al-Sämit: “Estuve presente en el primer Aqaba. Éramos doce y juramos fidelidad al Profeta con la fórmula de las mujeres porque fue antes de que se impusiera la obligación de combatir, y el compromiso era que no asociaríamos nada con Allâh, ni robaríamos, ni cometeríamos fornicación, ni mataríamos a nuestros hijos, ni difamaríamos a nuestros vecinos, ni le desobedeceríamos en nada que fuera justo: si cumplíamos esto obtendríamos el Paraíso; y si cometiésemos alguno de esos pecados, era decisión de Allâh si castigarnos o perdonarnos según Él quisiera.” Al-Zuhri dijo, de Aidullâh ibn 'Abdullâh al-Jaulān Abü Idrís, que Ubāda ibn al-Sämit le contó: Juramos fidelidad al Profeta de que no asociaríamos nada con Allâh, ni robaríamos, ni cometeríamos fornicación, ni mataríamos a nuestros hijos, ni difamaríamos a nuestros vecinos, ni le desobedeceríamos en nada que fuera justo: si cumplíamos esto obtendríamos el Paraíso; y si cometiésemos alguno de esos pecados seríamos castigados en este mundo y esto serviría de expiación; y si el pecado quedase oculto hasta el Día de la Resurrección, entonces Allâh decidiría si castigar o perdonar. Cuando estos hombres se marcharon, el Profeta envió con ellos a Musab ibn Umayr ibn HäSim ibn 'Abdu Manāf...), encomendándole la tarea de recitarles el Corán, enseñarles el Islam e impartirles conocimientos de religión. En Medina, Musab era llamado “el Lector’; se hospedaba con Asad ibn Zurāra. Asim ibn Umar me contó que solía dirigir las oraciones porque Aus y Jazray no podían aceptar que uno de sus rivales hiciese de imâm””

Es, sin embargo, algo más tarde tras el breve capítulo de La institución de la oración el viernes en Medina, en la descripción del segundo juramento de Aqabah, en el mismo texto, el que nos termina de dar las pistas para relacionar esto con los 12 “leones de la guerra” (Yihad) que nos dice el poema.

“”EL SEGUNDO JURAMENTO DE AL-ʿAQABA Después Muṣʿab regresó a Meca y los anṣār musulmanes acudieron a la feria con los peregrinos de su gente que eran politeístas. Se reunieron con el Profeta en al-ʿAqaba durante los días del Tašrīq, cuando Allāh quiso honrar les y ayudar a Su Profeta y fortalecer el Islam y humillar al paganismo y a sus adeptos. Maʿbad ibn Kaʿb ibn Mālik ibn Abū Kaʿb ibn al-Qayn, hermano de los Banū Salima, me contó que su hermano ʿAbdullāh ibn Kaʿb, que era uno de los más sabios de los anṣār le contó que su padre Kaʿb, que fue uno de los que asistieron a al-ʿAqaba y rindieron homenaje al Profeta, le informó diciendo: ‘Partimos con los peregrinos politeístas de nuestra gente, y nosotros rezábamos y conocíamos los ritos de la peregrinación. Con nosotros venía al-Barāʾ ibn Maʿrūr, nuestro jefe y señor. Cuando iniciamos nuestro viaje, al-Barāʾ dijo: “He llegado a una conclusión y no sé si estaréis o no de acuerdo conmigo. Creo que no daré la espalda a este edificio” (queriendo decir la Kaʿba), “y que rezaré en dirección a él.” Le respondimos que por lo que sabíamos nuestro Profeta rezaba mirando hacia Siria y nosotros no deseábamos hacerlo de otra forma. Dijo: “Yo rezaré hacia la Kaʿba.” Dijimos: “Pues nosotros no.” Llegado el tiempo de la oración, nosotros rezamos mirando hacia Siria y él rezó en dirección a la Kaʿba hasta que llegamos a Meca. Le reprochamos lo que estaba haciendo, pero él se negó a cambiar. Cuando llegamos a Meca me dijo: “Sobrino, vayamos al Profeta a preguntarle sobre lo que hice durante el viaje, pues tengo reparos después de haber visto vuestra oposición." Así que fuimos a preguntarle al Profeta. No le conocíamos, pues no le habíamos visto anteriormente. Encontramos a un hombre de Meca y le preguntamos por el Profeta; él nos preguntó si le conocíamos y le dijimos que no. ¿Conocéis entonces a su tío, al-Abbās ibn 'Abdu'l-Muttalib? Dijimos que sí porque solía venir a menudo a nosotros como comerciante. Dijo: “Cuando entréis en la mezquita, es el hombre sentado junto a al-Abbās.” Así que entramos en la mezquita y allí estaba al-Abbās sentado con el Profeta a su lado; les saludamos y nos sentamos. El Profeta le preguntó a al-Abbäs si nos conocía, y dijo que sí y le dio nuestros nombres. Nunca olvidaré las palabras del Profeta al oír el nombre de Kab: “¿El poeta?” Al-Barâ dijo:“Oh Enviado de Allâh, he venido en este viaje pues Allâh me ha guiado al Islam y sentí que no podía darle la espalda a este edificio, así que he rezado en dirección a él; pero Cuando mis compañeros se opusieron a mí he sentido ciertos reparos. ¿Cuál es tu opinión, oh Enviado de Allâh?” Respondió: “Habrías tenido una qibla si te hubieras aferrado a ella,” así que al-Barâ retornó a la qibla del Profeta y rezó con nosotros en dirección a Siria." Su gente sin embargo afirma que rezó en dirección a la Kaba hasta el día de su muerte; pero no fue así. Nosotros sabemos más de eso que ellos.” Mabad ibn Kab me contó que su hermano Abdullâh le contó que su padre Kab ibn Mälik dijo: “Entonces fuimos al hayy y acordamos reunirnos con el Profeta en al-Aqaba durante los días del tasriq. Cuando hubimos completado el hayy y llegó la noche en que habíamos acordado reunirnos con el Profeta estaba con nosotros Abdullâh ibn 'Amr ibn Harām Abü Yâbir, uno de nuestros jefes y nobles a quien habíamos traído con nosotros. Habíamos ocultado nuestro propósito a los politeístas de nuestra gente. Le dijimos: “Eres uno de nuestros jefes y nobles y queremos sacarte de tu estado actual para que no seas combustible del fuego el día de mañana.” Luego le invitamos a convertirse al Islam y le informamos de nuestra cita con el Profeta en al-Aqaba. Entonces él se hizo musulmán y vino con nosotros a al-Aqaba, y se convirtió en naqib (líder). “Esa noche dormimos con la caravana entre nuestra gente y pasado un tercio de la noche salimos subrepticiamente como la ganga hacia nuestra cita con el Profeta hasta llegar al barranco junto a al-Aqaba. Había setenta y tres hombres y dos mujeres: Nusayba bint Kalb Umm Umāra, una de las mujeres de Banü Māzin ibn al-Nayyār, y ASmâ bint Amr ibn Adíy ibn Nāb, una de las mujeres de Banū Salima, conocida como Umm Manīʿ. Nos reunimos en el barranco a la espera del Profeta hasta que llegó con su tío al ʿAbbās, que era aún politeísta, pero que quería estar presente en este asunto de su sobrino para asegurarse de que recibía una garantía firme. Tras sentar se, fue el primero en hablar y dijo:“Oh gentes de al-Jazraŷ (los árabes usaban este término para dirigirse a ambos, Jazraŷ y Aus). Conocéis la posición de Muhammad entre nosotros. Le hemos protegido de nuestra propia gente que piensa de él lo mismo que nosotros. Vive con honor y seguridad entre su gente, pero él quiere unirse a vosotros. Si pensáis que seréis fieles a lo que le habéis prometido y le protegéis de sus adversarios, entonces asumid la obligación que habéis contraído. Pero si pensáis que le vais a traicionar y abandonar después de que se vaya con vosotros, entonces dejadle ahora, pues está seguro donde está.” Respondimos: “Hemos oído lo que has dicho. Habla tú, oh Profeta, y elige lo que quieres para ti y para tu Señor.” ‘El Profeta habló y recitó el Corán e invitó a los hombres a Allāh y ensalzó el Islam, y luego dijo: “Os llamo a darme vuestra lealtad sobre la base de que me protegeréis como lo hacéis con vuestras mujeres e hijos.” Al-Barāʾ tomó su mano y dijo: “Por Aquel que te envió con la verdad de que te protegeremos como protegemos a nuestras mujeres. Te damos nuestro juramento de fidelidad y somos gente de guerra y poseemos armas que han pasado de padres a hijos.” Mientras al-Barāʾ hablaba, Abu ‘l-Hayṯam ibn al-Tayyihān le interrumpió y dijo: “Oh Profeta, tenemos vínculos con otros hombres (es decir, los judíos) y si los cortamos quizá cuando lo hayamos hecho y Allāh te dé la victoria, te vuelvas con tu gente y nos dejes.” El Profeta sonrió y dijo: “No; la sangre es la sangre, y la sangre que no se paga es sangre que no se paga. Soy vuestro y vosotros sois míos. Haré la guerra a quien os haga la guerra y estaré en paz con aquellos que estén en paz con vosotros.”Kaʿb continuó: ‘El Profeta dijo: “Presentadme a doce líderes para que se hagan cargo de los asuntos de sus gentes.” Al-Jazraŷ aportó nueve y al-Aus tres.’

LOS NOMBRES DE LOS DOCE LÍDERES Y EL RESTO DE LA HISTORIA DE AL-ʿAQABA Según lo que nos contó Ziyād ibn ʿAbdullāh al-Bakkāʾī, de Muhammad ibn Isḥāq al-Muṭṭalibī, (eran estos): De al-Jazraŷ: Abū Umāma Asʿad ibn Zurāra[...] ibn al-Naŷŷār, que era Taym Allâh ibn Talaba ibn 'Amr ibn al-Jazray; Said ibn al-Rabí”; 'Abdullah ibn Rawäha ibn Talaba, de la misma línea; Raf ibn Mälik ibn al-Aylän ibn 'Amr ...); al-Barâ ibn Marürº; 'Abdullâh ibn 'Amr; “Ubada ibn al-Sämit ibn Qays ibn Asram ...l. Sad ibn Ubāda"; al-Mundir ibn 'Amr, de la misma línea. De al-Aus: Usayd ibn Hudayr; Sad ibn Jaytama’; Rifäa ibn 'Abdu 'l- Mundir. Abdullâh ibn Abü Bakr me contó que el Profeta les dijo a los Líderes: "Vosotros sois garantes por vuestra gente igual que los apóstoles de Jesús hijo de María eran responsables ante él, mientras que yo soy responsable por mi pueblo, los musulmanes. Ellos mostraron su acuerdo. Asim ibn Umar ibn Qatāda me contó que cuando la gente se reunió para dar el juramento de lealtad al Profeta, al-Abbās ibn Ubāda ibn Nadla al Ansār, hermano de los Banü Sãlim ibn 'Auf, dijo: “Oh hombres de Jazray, ¿comprendéis a lo que os comprometéis al jurar vuestro apoyo a este hombre? Es a guerrear contra todo el mundo." Si pensáis que de ver perdidos vuestros bienes y muertos a vuestros nobles le abandonaríais, entonces hacedlo ahora, porque os traería la vergüenza en este mundo y en el próximo (si lo hicierais después); pero si pensáis que seréis leales a vuestro compromiso, aunque vierais perdidos vuestros bienes y muertos a vuestros nobles, entonces acogedle, pues, por Allâh, que eso os beneficiará en este mundo y en el próximo. Declararon que aceptaban al Profeta en esos términos; pero preguntaron qué obtendrían a cambio de su lealtad, y el Profeta les prometió el Paraíso. Dijeron: “Extiende tu mano, y cuando lo hizo se comprometieron solemnemente. Asim añadió que al-Abbās dijo eso sólo para vincularles más fuertemente en su obligación. Abdullâh ibn Abü Bakr dijo que lo había dicho simplemente para que la gente se echase atrás esa noche, con la esperanza de que viniera Abdullâh ibn Ubayy ibn Salül y así más peso al apoyo de su gente. Pero sólo Allâh sabe quién tiene razón. Los Banü al-Nayyār afirman que Asad ibn Zurāra fue el primero en ofrecer su mano en señal de fidelidad; los Banü Abdu'l-AShal dicen que no, que el primero fue Abu l-Haytam. Mabad me contó en su hadit, de su hermano Abdullâh ibn Kab, de su padre Kab ibn Mälik, que al-Barä fue el primero y que la gente le siguió. Cuando hubimos jurado todos, Satán gritó desde la cima de al-Aqaba con la voz más penetrante que he oído nunca: “Oh gente de las estaciones de Minä, ¿queréis a este réprobo" y a los apóstatas que están con él? ¡Se han coligado para haceros la guerra!' El Profeta dijo: “Este es el Izb de la colina. Es el hijo de Azyab. Escucha, enemigo de Allâh: ¡juro que acabaré contigo!" El Profeta les dijo entonces que se dispersaran y volvieran a su caravana, y al-Abbäs ibn Ubāda dijo: “Por Allâh, si lo deseas caeremos sobre la gente de Minā mañana con nuestras espadas. Respondió: “No se nos ha ordenado hacer eso: volved a vuestra caravana.” Entonces volvieron a sus lechos y durmieron hasta la mañana…”

LAS CONDICIONES DEL JURAMENTO DEL SEGUNDO ʿAQABA Cuando Allāh dio permiso a Su Profeta para luchar, el segundo ʿAqaba contenía condiciones acerca de la guerra que no estaban incluidas en el primer pacto de fidelidad. Ahora se comprometieron a combatir contra todo el mundo por Allāh y Su Profeta, mientras que él les prometió a cambio de su entrega y lealtad la recompensa del Paraíso. ʿUbada ibn al-Walīd ibn ʿUbada ibn al-Ṣāmit me contó, de su padre, de su abuelo ʿUbada ibn al-Ṣāmit, que era uno de los Líderes: ‘Nos comprometimos a combatir en obediencia total al Profeta en la buena y la mala fortuna, en la facilidad y en la dificultad; a no ser injustos con nadie; a decir la verdad en todo momento; y a que en nuestro esfuerzo por Allāh (Yihad) no temeríamos la censura de nadie.’ ʿUbada fue uno de los doce que se comprometieron en el primer ʿAqaba.””

Creo que, tras esto, podemos entender las conexiones simbólicas y culturales entre el histórico Juramento de Aqaba, que simbolizó la unificación de las tribus bajo el liderazgo del Profeta Muhammad (PBUH), y la emblemática Fuente de los Doce Leones, explorando las implicaciones en la conformación de identidades colectivas en la tradición islámica y el mundo nazarí.

El (segundo) Juramento de Aqaba, pacto entre el Profeta Muhammad (PBUH) y doce representantes de Yathrib (Medina), y la posterior redacción de la Carta o Constitución de Medina, fueron acontecimientos cruciales que marcaron la formación de la primera comunidad musulmana unificada, prometiéndose lealtad y protección mutua. Estos pactos no solo aseguraron un santuario para los musulmanes perseguidos, sino que también establecieron las bases para una sociedad justa y unificada.

Por otro lado, la Fuente de los Doce Leones es un símbolo del poder y del ingenio hidráulico y la sofisticación artística de la dinastía Nasrí. La inscripción poética en la fuente de Ibn Zamrak destaca la nobleza de los Ansar y su legado continuo a través de los Banu Nasr. Este estudio propone que ambos, el Juramento y la Fuente, no solo comparten elementos simbólicos de unidad y protección, sino que también reflejan la importancia de la herencia de los Ansar en el contexto islámico y andalusí.

Con la revisión de textos históricos, y las pruebas de los especialistas en restauración del monumento, estamos en posición de defender la probable asociación de los 12 líderes de Medina escogidos de entre los Ansar y comprometidos en su esfuerzo por Allāh (Yihad), y los 12 leones de la Yihad del poema, ibn Ubada entre ellos, simbolizando la unidad y la fuerza colectiva. Los doce leones representarían no solo la protección y el poder real sino también la influencia duradera de los Ansar, como ancestros espirituales (genealogía legitimadora probablemente inventada) de los Banu Nasr.

El Juramento de Aqabah y la Fuente de los Doce Leones de la Alhambra constituyen ejemplos emblemáticos de la conexión profunda entre eventos históricos islámicos y su expresión artística y simbólica en Al-Andalus. Estos paralelos no son coincidencias aisladas, sino manifestaciones de una herencia compartida que resalta la continuidad de los valores islámicos a través del tiempo y el espacio, desde Arabia hasta Granada

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